martes, 10 de mayo de 2011

REFLEJO


Como detener lo que tiene un principio pero no un final, lo que se alienta en el infinito, lo que tiene una senda pero no un sentido.

De la imagen universal de esa única acción, se abren olas de fuego, nacen caballos blancos desafiando con sus soberbios trazos los bríos del mundo, derramando en su descenso estelas de sangre expansiva que nutren la tierra y el cielo; nunca el primer gesto, nunca el pensamiento primario pudo contener tal marcha u olvidar tales huellas.

En algún tiempo esos humores se reflejaron en las ciudades, apoderaron las almas y sobre los cuerpos derramaron lágrimas ardientes...

El sabio recuerdo brilla embriagando el dolor.
En los diversos presentes perecen mis pensamientos.
No doy forma al rostro amado; ojos azules o negros, labios carnosos o secos conmueven mi pecho,
aceitan mis entrañas, mis uñas solitarias rasgan ese amor.

Y esa sombra inmensa y el aleteo púrpura han dado abrigo a mi locura.
Los certeros hechizos deslizan por la boca rompiendo las máscaras, mostrando el corazón maternal y la anatomía indefinida.

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